Ballet Estable del Teatro Colón

Romanov creó el primer ballet argentino, de inspiración folclórica, en 1929; Fokin, Nijinska y Lifar en Buenos Aires

Por Valeria N. Bula

En 1928 llegaron al puerto de Buenos Aires, contratados por el Teatro Colón, Boris Romanov, coreógrafo,  discípulo de Fokin, integrante de los Ballets Russes de Diaguilev para el que creó “La tragedia de Salomé” y creador del Ballet Romantique junto a su esposa y estrella del Ballet Imperial del Teatro Marinsky, Elena Smirnova y el bailarín ruso Anatoli Obújov. Este coreógrafo quedaría al frente del Ballet Estable hasta 1934, creando nuevas obras para el Cuerpo de Baile y formando a bailarines del Ballet argentino. Sin duda sus enseñanzas y cualidades artísticas fueron de vital importancia para el legado y patrimonio del Teatro. El año 1931 cabe destacarse a nivel administrativo porque el Teatro Colón fue transformado en un ente municipal y para el Ballet Estable fue un año de festejo ya que el mismo Mijail Fokin, quien inspiraría con su estilo la creación del Ballet de la capital austral, llegó a Buenos Aires como coreógrafo y dirigió sus propias creaciones, los bailarines, encantados.  En esa oportunidad viene como bailarina invitada Olga Spessivtseva y del Cuerpo de Baile argentino elige a María Ruanova como suplente de Spessivtseva para bailar en «El pájaro de fuego». En 1933 y 1936 dirige una vez más el Ballet Estable, Bronislava Nijinska, recordemos que ya había sido una experta directora del Cuerpo de Baile a poco de inaugurarse, en 1926 y 1927. De repente ya hacia 1933, el ballet toma un giro español con la introducción de Antonia Mercé, llamada “La Argentina” quien fomenta obras de corte español como Capricho Español o El sombrero de los tres picos de Massine. Serge Lifar llegó en 1934 a Buenos Aires y montó para el Ballet Estable del Teatro Colón obras suyas y de Fokin y  eligió como su partenaire a la argentina María Ruanova en Las Sílfides, Las criaturas de Prometeo y El pájaro de fuego.

Boris Romanov en un ensayo con el Ballet Estable del Teatro Colón, ca. 1930. Créditos de la foto: Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón. 1925 – 2005

Con Boris Romanov comienza una nueva aventura creativa en el Colón: En 1929, crea para el Ballet Estable el primer ballet argentino, de corte folclórico y con pasos estilizados de la técnica clásica, «La flor del Irupé», con música del argentino Constantino Gaito, argumento de Victor Mercante y escenografía del arquitecto, Rodolfo Franco. Romanov trae todo su conocimiento y lo acompañan bailarines de gran talento y recomienda a Michel Borovski, el primer bailarín y gran artista de la Ópera de Varsovia. “Borovski vino en 1832 por una sola temporada y no regresó más a Europa; aquí se hizo argentino formó su hogar y dedicado a la enseñanza ha contribuido a la educación de varias generaciones de bailarines argentinos de fama internacional, tales como Irina Borovska, José Neglia, Victor Moreno, Alba Arnova, Victor Ferrari, Adela Adamowa y otros”, destacó el crítico de ballet e historiador, Fernando Emery. Así, el talentoso Borovski además de excelso bailarín y maestro también fue coreógrafo y creó para el Ballet Estable del Teatro Colón nada más y nada menos que la memorable “Estancia” con música del compositor argentino, Alberto Ginastera.

En 1931 se reencuentra en Buenos Aires con Fokin al venir ese año este último a montar obras de su creación a la capital austral. María Ruanova comienza a destacarse en la troupe argentina siendo elegida por Fokin y más tarde, por Lifar.

Además de las nuevas creaciones inspiradas en el folclore argentino realizadas para el Ballet Estable, Romanov presentó: El zar Saltán, Snegurotchka y La ciudad invisible de Kitej, las tres de Rimsky Korsakov, El príncipe Igor de Borodin y La feria de Sorochin de Musorgsky – Cherepnin. E introdujo en Argentina en 1932, año en que el Teatro cumpliera sus bodas de plata, La consagración de la primavera creada por Vaslav Nijinski para los Ballets Russes de Diaguilev con música de Stravinski.

Fue en Buenos Aires que la primera bailarina estrella del Marinski y luego contratada por el Colón, Smirnova, bailó por última vez y lo hizo junto al Ballet Estable (ya que sufría de una grave enfermedad). El repertorio que Smirnova (quien vino junto a su esposo  Romanov), bailó en el Colón fue: Pulcinella, Suite de danzas, La bailarina y la ladrona sobre partitura para ballet de Les petits riens de W A Mozart y Haute Couture con música de Eric Satie en la que se satirizaban los caprichos de la moda:  Coco Chanel revolucionaba el mundo y costumbres de la época con sus diseños vanguardistas.

De izquierda a derecha: En la foto, Boris Romanov y Elena Smirnova en el puerto de Buenos Aires el día de su arribo, 1928. En el medio: Ballet Estable del Teatro Colón en 1928. El director coreógrafo, Boris Romanov en segunda fila. A la derecha: Elena Smirnova en La bella durmiente del bosque, 1918 en el Teatro Estatal de Arte (Ex Marinski), Petrogrado. Créditos de la foto: Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón. 1925 – 2005

Fokin y Lifar en el Teatro Colón

En la temporada de 1931 llegó a Buenos Aires contratado, Mijail Fokin, quien inspirara el nacimiento del Ballet Estable del Teatro lírico, Colón. Una vez en Argentina, Fokin montó varias de sus más célebres obras: El ensueño romántico de Las sílfides (Chopin), Carnaval, Danzas polovsianas del Principe Igor, Scherezade, las aventuras de Arlequín, El espectro de la rosa, El aprendiz de brujo y El pájaro de fuego de Stravinski. Como artista invitada para bailar las creaciones del coreógrafo ruso se contó con la prima ballerina assoluta, Olga Spessivtseva, quien bailó en el Colón junto al británico Keith Lester acompañados por el Ballet Estable. Fokin del Cuerpo de Baile elige a María Ruanova para bailar «El pájaro de fuego».

Ruanova formada en la Escuela del Colón con Elena Smirnova, de la primera camada de egresados, y solista del Ballet Estable, comenzaba a dar indicios “de ser una de las mejores bailarinas anunciando futuro promisorio”, expresa Enrique Honorio Destaville, crítico de danza e historiador, en el libro conmemorativo por los 80 años del Teatro, «Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón, 1925 – 2005». Así, en 1932 Ruanova es promovida por concurso a primera bailarina y asume el rol protagónico en Giselle elegida por Romanov “con relevante técnica e ímpetu que desbordara el requerimiento romántico”.

Serge Lifar llegó en 1934 a Buenos Aires y montó para el Ballet Estable del Teatro Colón Las criaturas de Prometeo, El pájaro azul de La bella durmiente del Bosque de Petipa. Repuso Las sílfides de Fokin y El espectro de la rosa. Bailó como primer bailarín en el escenario del Colón y eligió como su partenaire a María Ruanova en El pájaro de fuego, Las Sílfides y Las criaturas de Prometeo.

Inmediatamente después en 1933 se dio un repentino cambio, relata Destaville, en la temática de los ballets representados al ser contratada Antonia Mercé llamada “La argentina” de origen español pero nacida en Buenos Aires. Mercé como difusora de la renovada cultura músico coreográfica de España montó “El amor brujo” con música de Manuel de Falla. En este ballet se lucieron las hermanas Ruanova, María, Ángeles y Matilde como también las solistas Dora del Grande, Mercedes Quintana y Raúl Blanco. En este contexto de inspiración española se presentaron las obras de Massine: El Sombrero de tres picos o Capricho Español, por decir algunos. Este año además del giro del ballet hacia temáticas más de corte español, cabe destacarse la presencia de Bronislava Nijinska como coreógrafa al frente del Ballet Estable quien también lo haría en 1936.

Foto de la izquierda: Olga Spessivtzeva, 1936. Foto de L. Sudak. En el medio: Bronislava Nijinska con el Ballet Estable, aquí en 1927.  A la derecha: Michel Fokin. Créditos de la foto: Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón. 1925 – 2005 y El Teatro Colón, cincuenta años de gloria, 1908 – 1958, Editor, J. Héctor Matera, Buenos Aires.

María Ruanova y Michel Borovski en El pájaro de fuego de Fokin. Créditos de la foto: Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón. 1925 – 2005

Foto de la izquierda: María, Matilde y Ángeles, Ruanova, ca. 1932. Foto: Archivo Teatro Colón. En el medio: María Ruanova y Serge Lifar, 1934 en Las Sílfides de Fokin. Foto: Annemarie Heinrich. Foto de la derecha: Serge Lifar en El espectro de la rosa de Fokin que interpretó durante su primera visita al Teatro Colón en 1934. Foto: Annemarie Heinrich. Créditos de la foto: Del libro, Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón. 1925 – 2005

Al año siguiente, en 1934, el último como coreógrafo de Romanov, la troupe del Colón se presenta con el estreno en Homenaje a Schubert con la actuación de María Ruanova y Michel Borovsky , que según crónicas de la época, fueron “brillantes”. El repertorio ese año incluyó, El Amor Brujo, Danzas Polovsianas del Príncipe Igor, Schubert, Bolero, Huemac entre otros. En septiembre de ese año, en programa de primavera, se presentaba Mercé, La argentina, con obras de Albéniz, Falla y Granados.

Hacia 1935 se contó con Ian Cieplinsky y Ricardo Nemanov como coreógrafos del ballet, quienes ofrecieron El Amor Brujo, Coppelia (en estreno) y El Aprendiz de Brujo. Hacia octubre, siguiendo esta temática española, se presentaron la Compañía Española de Comedias Musicales. Cabe destacar que ese año, el 25 de mayo, fecha conmemorativa patria argentina, en función de gala se decidió presentar, Uirapurú, ballet brasileño con música del maestro Héctor Villalobos, y en junio se presentó la bailarina Encarnación López (la argentinita) quien recibiera un apodo muy parecido al de Mercé.

En 1936 se inauguraron los espectáculos de verano al aire libre en los jardines de Palermo con función de danza: con los títulos,  Silfídes, Carnaval, El espectro de la rosa. En abril cabe destacar la presencia de Igor Stravinsky junto a su hijo, Sulima, lo que fue uno de los acontecimientos más importantes del Teatro. Además de conciertos, Stravinsky dirigió espectáculos de ballet como Petruschka y El pájaro de fuego con el Cuerpo Estable del Teatro Colón.

Para el día de la Independencia argentina, el 9 de julio, se presentan Dora del Grande con Michel Brorovsky con el ballet Alleluia de Carlos Pedrell, más tarde en espectáculo de verano ( iniciado en vísperas de Navidad, el 24 de diciembre) se ofrece, El Amor Brujo, Huemac y Danza de las Horas. Ya con la salida de Romanov, las comedias musicales españolas que se traían, el Ballet fue tomando otro rumbo y fue la coreógrafa Margarita Wallmann quien se encargará de darle forma, historia que seguiremos por cuestiones de espacio en una muy próxima publicación. El Ballet seguía formándose, aprendiendo y creciendo,  así como su repertorio, los mejores del Ballet mundial ofrecieron su magia y dedicación y sus frutos no se hicieron esperar, la calidad del Ballet estaba en lo más alto.

Foto de la izquierda: Michel Borovski en papel de carácter, ca. 1930. En el medio: Michel Borovski, caracterizado de Petrushka, 1932. Foto: L. Sudak. Teatro Colón. Foto de la derecha: Grupo masculino del Ballet Estable en 1928. En cuclillas a la izquierda: Armando Varela. Créditos de la foto: Del libro, Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón. 1925 – 2005

Foto de la izquierda: Michel Borovski y Dora del Grande, 1935. Foto: Annemarie Heinrich. En el medio: Programa de 1934 con «El amor brujo» en cartelera. Foto de la derecha: Michel Borovski y Leticia de la Vega, ca. 1932. Del libro, Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón. 1925 – 2005

Bibliografía:

El Teatro Colón, cincuenta años de gloria, 1908 – 1958, Editor, J. Héctor Matera, Buenos Aires.

Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón, Comisión Honoraria de Homenaje por los 80 años de los Cuerpos Estables del Teatro Colón, Buenos Aires, 2005

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