Teatro Colón de Buenos Aires

El primer ballet estable creado en todo el continente americano

Por Valeria N. Bula

Según formulaciones de la teoría de la danza de Mijail Fokin: “La danza, se puede resumir: a) La relación entre la coreografía y los demás elementos del espectáculo como la música, la escenografía, el vestuario y el libreto ha de ser equilibrada, la coreografía no se debe supeditar a ninguno de ellos. b) El drama se expresa bailando y no a través de la pantomima. c) El bailarín ha de utilizar todo el cuerpo como una totalidad. d) El corps de ballet ha de ser un protagonista más, no un elemento subalterno. e) La coreografía debe adaptarse al mundo histórico-cultural en el que se sitúa un ballet”, esto se puede leer en una carta del coreógrafo ruso, director del Teatro Marinski y colaborador de los Ballets Russes de Diaguilev, enviada al diario londinense The Times el 6 de julio de 1914.

El primer ballet oficial que se formó en todo el continente americano fue el Cuerpo de Baile del Teatro Colón de Buenos Aires en 1925, de corte moderno heredero del arte de Mijail Fokin (maestro y director del Teatro Marinski y coreógrafo de los Ballets Russes de Diaguilev cuando formaba parte como un proyecto del propio Teatro Marinski). Este es el año para el Colón en que se formaron todos sus cuerpos estables y que asegurarían las temporadas oficiales y de primavera en lo venidero.

Su primer director coreográfico fue Adolfo Bolm, formado en el Mariinski de San Petersburgo bajo dirección de Fokin e integrante de los Ballets Russes de Diaguilev. Las crónicas de la época reflejan que el elenco de bailarines el año de su début “ofreció una interesante versión de Petruchka” y El gallo de oro de Rimski-Korsakov, ambas coreografías originales del coreógrafo del Marinski, Fokin.

La importancia de la impronta y sello del coreógrafo ruso en la conformación del nuevo cuerpo de baile fue de vital importancia. La danza (como lo expresado en la cita más arriba) la concebía a la manera wagneriana como una totalidad artística: así coreográfica, escenográfica, libreto, música y ejecución es un todo y a eso se aplicó el Teatro Colón con la creación de los cuerpos estables en todos sus ámbitos artísticos y técnicos.

Así, Fokin irrumpe en el nuevo siglo con una concepción más moderna y reformista quebrando el estilo romántico de Petipa, director anterior en el Teatro Imperial. Fokin era un moderno y también gran admirador de la danza de Isadora Duncan, contemporánea y cuyo trabajo conoció en una gira de ésta a la ciudad de San Petersburgo. Es un nuevo siglo. Toda esta información e ideas se traen al Colón y con esto esa vitalidad propia de la escuela rusa que son introducidas gracias a este genio por todo el mundo occidental.

Fotos de izquierda a derecha: Mijail Fokin, mentor de la modernidad en el ballet en la primera época de Les Ballets Russes de Diaguilev. En el medio: Portada y página de reparto del programa de la función inaugural del Teatro Colón. Derecha: Adolf Bolm, primer director del Ballet Estable del Teatro Colón. Créditos fotográficos: El Teatro Colón, cincuenta años de gloria 1908-1958, Editor: Héctor Matera, Buenos Aires y Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón 1925-2005, Comisión Honoraria Teatro Colón, Buenos Aires, 2005.

Por supuesto que ya había un grupo de bailarines locales que se presentaban tímidamente en las óperas antes de 1925, como divertissement de ballet. De hecho, en 1922 ya se había creado la escuela de baile  y en 1916 presentado Excelsior cuyo coreógrafo fue Luigi Manzotti con música de Romualdo Marenco, en la puesta en escena, Romeo Francioli junto a bailarines de la Scala de Milán y otros teatros italianos. Se iban formando los primeros cuadros y aprendiendo de los bailarines extranjeros, y sobretodo de los bailarines del Teatro Marinski quienes trajeron todo su arte y excelencia a Buenos Aires.

Los ballets profesionales eran contratados en Europa y siempre para el programa de primavera, es decir como una nota de color y como complemento a la temporada oficial. Sin embargo, esto fue suficiente para despertar vocaciones en el arte bailado y estimular las ambiciones en tener un ballet y escuela propios adonde se formaran los futuros artistas del más alto nivel. Nijisnki en sus venidas a la capital austral fue un ferviente alentador de estas ideas y mostró su apoyo.

A nivel local, las gestiones y organización con bailarines del país fue gracias al Dr. Cirilo Grassi Diaz, varias veces administrador, director general del Colón y un enamorado de la danza junto con Carlos López Buchardo, compositor y pianista de la casa. También, la cantante lírica y esposa del presidente Marcelo T. de Alvear, la señora Regina Pacini, abogó para el impulso de semejante empresa.

¿Pero cómo se llegó hasta acá? En esos 17 años que mediaron desde la inauguración del Colón, en 1908, hasta la creación del cuerpo de baile, al país llegaban, como decíamos más arriba, artistas y bailarines profesionales del más alto nivel que descollaban en el mundo y el público local se iba instruyendo y enamorando de este arte del movimiento. La estabilización se terminó de consolidar cuando el teatro se municipaliza en 1931.

Algo muy destacado y bisagra fue la contratación hacia 1913 de los Ballets Russes de Serge de Diaguilev (conformado en 1909 y nacido en el seno del Teatro Marinski, salían de gira por el mundo con todas sus más cualificadas figuras y estrellas), tal es así que el público argentino fue testigo del talento de Vaslav Nijinski quien además ofició de coreógrafo de la temporada. (En esta visita asimismo Nijinski se casa en la Iglesia de San Miguel de Buenos Aires con la bailarina Rómola de Pulszky quién conoció en el barco que los traía a la Argentina).

Fotos de izquierda a derecha: Vaslav Nijinski, quién alentó y apoyó la iniciativa por el nacimiento de un ballet estable propio local, en el Teatro Colón de Buenos Aires. En el medio: La gran coreógrafa Bronislava Nijinska, directora del Ballet Estable del Colón en 1926 y 1927. Derecha: Anna Pávlova, 1917, presentación en el Teatro Colón. Créditos fotográficos: El Teatro Colón, cincuenta años de gloria 1908-1958, Editor: Héctor Matera, Buenos Aires y Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón 1925-2005, Comisión Honoraria Teatro Colón, Buenos Aires, 2005.

De esta manera, los Ballets Russes se presentaron en el Colón con sus más grandes estrellas: Tamara Karsavina, Sofía Fedorowa, María Piltz, Nicolás Kremniev y Alexandre Pavrilov. Bajo la dirección del maestro René Bathon ofrecieron: El espectro de la rosa, Carnaval, Narciso, La siesta de un fauno y Giselle, todas creaciones de Fokin. La semilla había sido dejada y un nuevo estilo en el ballet nacido y de él el cuerpo de baile del Colón.

Cuatro años más tarde, en 1917 los Ballets Russes vuelven a la Argentina, con Vaslav Nijinski por supuesto otra vez como director coreográfico de ese año porque hasta 1925 los coreógrafos cambiaban cada año; y las bailarinas principales, Lydia Lopokowa, Lubov Tchernicjeva, Alexandra Wassilievska y Leokadia Klemneff, Stanislav Izdikowsky y Jean Pianowsky, con la dirección del maestro Ernesto Ansermet.

El repertorio bailado en esta oportunidad estuvo representado por Sadko de Rimsky Korsakov con coreorafía de Bolm; Las mujeres del buen humor de Scarlatti, coreografía de Masin; Cuentos russos de Liadov por Masin; Las meninas de Fauré, coreografía de Fokin y La princesa encantada de Chaikovsky y Scheherazada de Rimsky Korsakov, Las sílfides de Chopin, el Carnaval de Schumann, La siesta de un fauno de Debussy, puestas por Nijinsky y por último, con coreografía de Fokin: El pájaro de fuego de Igor Strawinsky, quien también se presentó en el Teatro.

Además, como la frutilla del postre este último año el público argentino pudo deleitarse con Anna Pavlova en su Muerte del Cisne, brillantes y memorables presentaciones todas que quedaron como ejemplo y semilla para las grandes producciones y escenario del más alto nivel artístico que se disfruta hasta nuestros días.

En 1922, Bolm había puesto en Thais a las solistas que habrían de ser luego primeras bailarinas de la casa: Dora del Grande, Blanza Zirmaya y Leticia de la Vega con el primer bailarín solista, Raúl Blanco quienes ya habían actuado en 1918 bajo la batuta del maestro Vitulli en las danzas del último acto de Sansón y Dalila, fueron ocho bailarinas argentinas que salieron a escena, los bailarines locales se iban fogueando.

Un año antes de la conformación oficial del cuerpo de baile, en 1924, el ballet alternó con la lírica y Andreas Pauley y Serge Ukrainsky ofrecieron versiones coreográficas de Las cuatro estaciones, Budoir, La leyenda del sol, Las flores del mal, Trianon, La danza macabra, Venusberg y La siesta de un fauno.  La dirección orquestal fue ejercida por el maestro Adolph Schmidt y los bailes estuvieron a cargo este año de los danzarines: Viola Shermont, Vera Elisius, María Nemeroff, Francine Dagmara y Edris Milar como figuras principales.

Fotos de izquierda a derecha: Ballet Estable del Teatro Colón de Buenos Aires en 1928, el director coreográfico Boris Románov, en segunda fila. En el medio: Escena de Bolero de Ravel de Bronislava Nijinska, directora del Ballet Estable del Colón en 1926 y 1927. Derecha: Ensayo de baile en la barra en la mítica sala de baile del Teatro Colón, Rotonda, que existe hasta nuestros días. Créditos fotográficos: El Teatro Colón, cincuenta años de gloria 1908-1958, Editor: Héctor Matera, Buenos Aires y Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón 1925-2005, Comisión Honoraria Teatro Colón, Buenos Aires, 2005.

Bronislava Nijinska con su Ballet Estable del Teatro Colón en 1926, sentada en el sofá, centro. Créditos fotográficos: Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón 1925-2005, Comisión Honoraria Teatro Colón, Buenos Aires, 2005.

Durante dos años, en 1926 y 1927 Bronislava Nijinska, también del Marinski, (como vemos, la influencia de este teatro en el Cuerpo de Baile del Colón es de destacarse) y hermana de Vaslav, Nijinski, que vino a Buenos Aires con su marido y un grupo de bailarines, es la nueva coreógrafa del teatro. Su forma de crear era de un modernismo total en el ballet, era el nuevo ballet que nacía. El repertorio del Colón se enriquece por esos años con Bolero, Bodas, El beso del Hada, Variaciones de Beethoven, Estudios religiosos de Bach y Los comediantes celosos.

Una vez el ballet oficializado el cuerpo de baile tuvo por solistas (en 1926) a Leticia de la Vega, Dora del Grande y Blanca Zismaya bajo la experta dirección coreográfica de Nijinska. En 1927, Nijinska ofreció versiones de las Bodas de Strawinsky, Petruchka, Pomona y otras obras que iban formando el repertorio de la compañía.

En 1928 intercalados con los espectáculos líricos primaverales pudieron verse los ballets Polichinela, La bailarina y la ladrona, Scheherazada entre otros. Ese año, el cuerpo de baile tuvo como coreógrafo a Boris Romanoff y Remislav Remislawsky, los primeros bailarines Poplavsya y Taneeff ofrecieron versiones de El zar Saltán, Snegurotchka y La ciudad invisible de Kitej, las tres de Rimsky Korsakov, El príncipe Igor de Borodin y La feria de Sorochin de Musorgsky – Cherepnin.

Por último en esta crónica, que seguiremos en otra muy próxima debido al espacio, llegaremos hasta la incorporación de Romanoff como coreógrafo del Colón en 1928, de gran importancia e influencia para las futuras generaciones de bailarines del Teatro. Aquí comienza una nueva época artística para el Colón. Luego de la gran experiencia con Bolm y Nijinska como coreógrafos, además de la creación de la Escuela de Baile del Colón de la cual iban saliendo los primeros egresados, los bailarines devenían cada vez más profesionales y se los veía más aplomados. El Ballet se había conformado.

Dora del Grande, Blanca Zirmaya y Leticia de la Vega fueron las tres primeras solistas del Ballet Estable Del Teatro Colón. Créditos fotográficos: El Teatro Colón, cincuenta años de gloria 1908-1958, Editor: Héctor Matera, Buenos Aires.

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Ludmila Schollar y Anatoli Vilzak, primeros bailarines (centro). Dora del Grande (de pie, izq.), a su lado Esmée Bulnes (sentada en el suelo, la primera de la izq.), a su lado Blanca Zirmaya, Leticia de la Vega (de pie, der.). 1926. Créditos fotográficos: Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón 1925-2005, Comisión Honoraria Teatro Colón, Buenos Aires, 2005.

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Grupo de bailarines del Ballet Estable en 1928. Créditos fotográficos: Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón 1925-2005, Comisión Honoraria Teatro Colón, Buenos Aires, 2005.

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